Año 2299, Ciudad de México. Dos estudiantes de posgrado en la Escuela Superior de Arqueología y Ciencias del Pasado Reciente preparan un reporte de investigación sobre la escritora transexual Nicoleta Rodován, que alcanzó la cúspide de su genialidad literaria en el año 2020 con el libro de poemas y cuentos interactivos Alexa, amor de cocodrilo solitario. Dicha obra inauguró el género de la Postépica mexicana triste, cuya mejor y única exponente fue Rodován hasta marzo de 2040, fecha en que se vio superada por la generación del Maíz Transgénico.
La investigación de los estudiantes, titulada “Hallazgos sobre la probable génesis vital de Alexa, amor de cocodrilo solitario” se concentra sobre las huellas virtuales que Nicoleta Rodován dejó en la web 2.0 durante su estancia en la ciudad de Barcelona (2012) a la edad de 25 años, cuando aún se le identificaba como miembro del sexo masculino y respondía al nombre de Esteban Pérez.
El reporte reúne el blog de ejercicios literarios Prospecciones de Exilio, la cuenta de Twitter @Estebameeesta y otros vestigios virtuales[1] como posibles pistas sobre las vivencias que sembraron en E. Pérez/N. Rodován la semilla de su obra maestra.
La investigación pertenece a la Maestría en Arqueología Virtual, área de Literatura Latinoamericana, de la ESAR(CIPARE). Fue aprobada bajo la dirección de la arqueóloga Tania Hache y contó con el inestimable apoyo del doctor en literatura hispanoamericana (por la Universidad Nacional Autónoma de México) Cuauhtémoc White, incondicional entusiasta y animado consultor externo, según palabras del propio erudito.
Tanto White como Hache declararon en estrechos círculos académicos que los resultados de la “emocionante y rigurosa aventura por los mares binarios del siglo XXI”[2] arrojaría luz sobre el interesantísimo, aunque muchas veces ingrato y espinoso, trabajo de los biógrafos de Nicoleta Rodován.
[1] Un relato pornográfico reproducido en diferentes sitios web durante la segunda década del siglo XXI y la cuenta de Yahoo! Respuestas ‘SolitoEnBarcelona’.
[2] Investigadores ingleses poseen razones para sospechar que la frase exacta pronunciada por Hache en una cena-baile de la alta academia mexicana habría sido: “por los profundos mares binarios del siglo XXI, cuya dimensión literaria permanecería insondable si nosotros, especialmente White y yo, no nos hubiésemos atrevido a hundirnos en ellos. Quiero decir, a explorarlos”. Un grupo de especialistas de la Universidad Católica opina sobre la probable cita: “estamos convencidos de que inauguró el uso de la metáfora subacuática aplicada a las ciencias arqueológicas”.
La mujer crocodylidae
Resultado de extraordinaria paciencia y de una asombrosa habilidad para rastrear y discriminar información[3], los estudiantes consiguieron reunir casi todos los fragmentos de La mujer crocodylidae, relato en más de un criterio perteneciente al género cyberporn[4], que hoy se atribuye (previo consenso y sin mayor discordia) a Nicoleta Rodován. Aquí reproducimos tres de los veintisiete pasajes más significativos de la obra: muestra casi palpable del estilo rodovánico que más tarde se consolidaría en Alexa, amor de cocodrilo solitario.
1) Tus pupilas son más duras que tus pezones que están hechos de escama. Clic. Capturo las aureolas entre los dedos. Las aprieto. (Quiero ser tus pupilas). Alexa, tampoco esta noche apagues la luz.
2) Tu placer es duro y seco: contradice a la humedad que resbala por tus muslos. Marina y salada. Te muerdo la espalda. Clic. Quisiera fundir la frente en tu hombro. Clic. Ser tu entrepierna.
3) De mi piel haré la tuya. Una promesa de bar que no tomaste en serio. Yo miraba tu pecho. Clic. Tu destino de roca se hará carne en mi cintura. Olvida el reloj: el tiempo y la arcilla nos pertenecen. Somos dos reptiles de barro. Te daré. Mis escamas, que son más suaves. Te daré. Mis relojes. Clic, clic, clic.
[4] Otro grupo de especialistas de la Universidad Católica sugiere que La mujer crocodylidae quedaría mejor ubicada dentro del género proto-cyberporn, puesto que E. Pérez no era todavía consciente de la importancia del clic como elemento de intersección entre literatura, arte conceptual y pornografía. En el 2012, varios escritores, artistas visuales y programadores (en promedio diez años mayores que E. Pérez) ya habían comenzado a utilizar el clic como articulador de discretos proyectos artísticos que la crítica subestimó hasta bien entrada la segunda década del siglo XXI, cuando fue demasiado tarde para apreciarlos: la acelerada evolución tecnológica los volvió prematuramente obsoletos.
Arqueología del deseo
La investigación “Hallazgos sobre la probable génesis vital de Alexa, amor de cocodrilo solitario” condujo a una impresionante tesis doctoral sobre nuevos métodos para reducir el tiempo que la arqueología literaria dedicaba al trabajo de campo virtual (estudio de caso: Nicoleta Rodován). Años después, en el 2352, la revista Tinteros entrevistó a una de las coautoras de ambos trabajos académicos (del segundo estudiante se sabe muy poco). A los sesenta y cinco años de edad, la doctora en arqueología y artista conceptual Jeannette Mocte comentó a propósito de sus impresiones personales sobre Tania Hache:
Fue cuando encontramos los tuits de Esteban Pérez que noté por primera vez esa especie de ¿cómo decirlo? acuosidad en sus ojos. Al principio creí que habíamos hecho algo mal, que el descubrimiento había sido una pérdida de tiempo. Ahora entiendo que Tania tuvo una revelación, aunque no es la palabra adecuada. En realidad sufrió una epifanía silenciosa y hacia dentro. No creas que me lo dijo de ese modo. No habló de ello conmigo ni con nadie, pero se le notaba en la mirada.
También comenzó a llevar un cuadernito de tapas rojas que compró en un mercado de antigüedades. El vendedor dijo que lo habían traído de Barcelona. Un Moleskine. ¡Imagínate! La jefa del departamento de arqueología virtual anotando versos sobre papel. Ni siquiera los estudiantes de literatura o filosofía usaban papel desde hacía generaciones. Empezó escribiendo haikus y prosas breves. ¡Ah! Y no respetaba el orden de las hojas. Tampoco anotaba la fecha. Lo sé porque una vez dejó el cuaderno sin vigilancia fuera del cajón. Entonces supe que escribía sobre el mar, sobre relojes y sobre lagartos. Y sí, tu intuición es correcta: los temas no variaron desde el principio. Supongo que eso es algo fascinante de su obra: tres temas sólidos que jamás se le agotaron, que manaban a borbotones de una fuente invisible y generosa (es curioso, en mi opinión nada de eso tuvo que ver con su vida. Primero, en la Ciudad de México no hay mar; segundo, siempre llegó tarde a todos lados, fue una impuntual incorregible; y tercero: nunca manifestó el más mínimo interés por la biología, no que yo supiera). Los géneros y la forma sí que cambiaban.
Un domingo por la mañana, mientras Tania preparaba el desayuno, pude hojear por última vez el cuadernito. Me topé con la idea de un guión cinematográfico: un tipo despertaba y en lugar de la novia se encontraba con un lagarto gigante en su lado de la cama. Además, quién sabe cómo, el reptil se había tragado un reloj antes de aparecer. El pobre tipo oía el tic-tac y lloraba desconsolado.
¿Si me identifico con la literatura de Tania Hache? No particularmente. Pero pienso que el acto literario que llevó a cabo fue hermoso y en ese sentido me siento cercana a su obra (soy de esa gente que considera al proceso como un hecho artístico independiente del resultado). Me contó del tatuaje que pensaba hacerse en la espalda, un reloj con versos en rumano sobre las manecillas. Fue la última vez que hablé con ella. Los tatuajes de escama en los tobillos los vi mucho tiempo antes, fueron los primeros que se hizo. Me mostró con una lupa el cuento dentro de una de las escamas. Era una gran entusiasta del nanotatuaje. Pero lo que no he visto, y no pienso ver jamás, es la obra completa. No me hubiese importado cuando Tania aún vivía pero ahora me declaro incapaz de hacerlo.
Me cuesta creer que las instrucciones que dejó se hayan ejecutado al pie de la letra (sin embargo, me alegra que fuera así. Me alegra mucho porque ella lo deseaba). Sólo una loca podía escribirse una transnovelaen toda la piel y donarla a un museo. La última vez que alguien me habló del tema supe que es más la gente que hace fila para leer algunos fragmentos de La arqueología del deseo directamente sobre el lienzo que quienes adquieren la novela en cualquier otro formato.
Apéndices
ETIQUETAS DE INVESTIGACIÓN: bisturí cincel estilo estrógenos historia de las nuevas formas literatura del otro reptilia transtextualidad secado a mano vaginoplastia viejas técnicas
Máster en Creación Literaria. Ejercicio: Trabajo final para el curso Nuevas Formas, impartido por el escritor español Jorge Carrión. Ejercicio también presentado en el taller de la asignatura Cuento, dirigido por el escritor mexicano Juan Villoro. Universidad Pompeu Fabra. Barcelona.